martes, 9 de junio de 2009

Mayor inflación en China, por falta de mano de obra y salarios altos


La región del Delta del Río Pearl, en el sur de China, que produce dos tercios de las exportaciones
del país, donde se encuentra el mayor sistema industrial integrado del mundo -"la fábrica mundial"-,
aumentó 20% el salario mínimo en el último mes. El objetivo es atraer la fuerza de trabajo a la
mayor región exportadora de China, que está experimentando una aguda carencia de mano de
obra. Esto sucede cuando la República Popular crece 10% anual, su producción industrial aumenta
20.7% y sus exportaciones se incrementan 47%. Por eso, los precios al consumidor crecieron 2.7%
anual en febrero (1.5% en enero); y los precios industriales aumentaron 5.4% en el mismo período.
Reapareció la inflación en China y la región asiática: en India creció 9.8% en febrero, se duplicó en
Vietnam (8.5%) y aumentó 6% en Asia no japonesa. Este acontecimiento revela una tendencia
histórica de envergadura mundial: se agotó la hasta ahora inagotable provisión de fuerza de trabajo
joven, barata y educada, que le otorgaba a China una ventaja comparativa única en la fabricación
de productos trabajo-intensivos. De ahí el aumento de los salarios y de la inflación. En términos
globales, significa que China/Asia ha dejado de ser creadora de deflación (caída sistemática de los
precios industriales) y se convierte en impulsora de inflación en el mundo, sobre todo en alimentos y
energía.

Se agotó el superávit laboral que le permitió a China crecer durante 30 años a una tasa de
9.6% anual, con una inflación de 1.3% por año, sustentada en una tasa de ahorro doméstica de 47%
del PBI y un superávit de cuenta corriente que en los últimos 13 años trepó a 11% del producto.
Esto convirtió a China ya no en la primera exportadora de productos manufacturados, sino en la
mayor exportadora mundial de capitales, por definición de bajo costo, con las tasas de interés de
largo plazo de menor nivel de los últimos 50 años. El resultado es que se revierte esa tendencia
histórica y que el costo del capital comienza a aumentar sistemáticamente en la economía mundial.
También se retoma el superciclo del precio de los commodities -en primer lugar, alimentos y energía-
tras el breve intervalo provocado por la crisis financiera internacional. En un sentido estricto, el auge
de la inflación en China no es el resultado del agotamiento de su superávit laboral. Ésta es sólo la
manifestación negativa de un fenómeno históricamente más relevante: el ingreso de decenas de
millones de personas de las economías emergentes -China, India, Brasil- en la clase media mundial,
que ha crecido en más de 100 millones sólo el año pasado y que aumenta drásticamente, y de
manera sistemática, la demanda global de proteínas y energía.

El resultado de este punto de inflexión es que se ha ingresado en una etapa histórica de altos precios
de la energía y los alimentos, y de un creciente costo del capital. Este último es un dato mayor, ante
todo para los países avanzados, porque se transforma en un incentivo fundamental -que no deja
alternativas- para crecer sobre la base de un incremento incesante de la productividad. La necesidad
es la principal escuela de innovación del capitalismo. La conclusión es que los países productores y
exportadores de commodities -por ejemplo, los de América del Sur- se verán arrastrados al crecimiento
sostenido por una demanda asiática en continua expansión y que el encarecimiento del capital, sumado
a una demografía declinante, no deja otra posibilidad al mundo avanzado que crecer a través de un
aumento de la productividad, mediante una constante y ardua reestructuración, so pena de ser
empujados a la irrelevancia.